Pastor Abner Elías Hurtado
Como ministro de la palabra de Dios quiero enseñarte sobre la sanidad divina, hay algo que Dios quiere hacer en nuestra vida y es sanarnos, no solamente sanar nuestro cuerpo, sino también sanar nuestra mente y restaurar nuestro corazón y espíritu. En el Libro de los Salmos capítulo 103:1-3, el salmista David dice: “Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová. Y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana tus dolencias”. Lo primero que Dios quiere darnos son beneficios y dentro de ellos quiere danos la sanidad en todas las áreas de nuestra vida. Así como el salmista David le habla a su propio cuerpo en esta escritura, este es un ejercicio que nosotros debemos hacer, bendecir a Dios en todo momento porque Él es el que perdona todas nuestras iniquidades. Cuando nosotros perdonamos, al mismo tiempo estamos siendo restaurados, y aquella persona que se niega a perdonar va a estar siempre atada y presa en sentimientos, Jesucristo dice en Mateo 6:12: “Y perdona nuestras deudas, así como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Por esta razón, cuando perdonamos es como si la salud de Dios se pusiera en frente de nosotros para tomar el control de nuestra vida.
Es importante que nosotros sepamos que Dios puede sanar toda dolencia sin importar el nombre de la enfermedad. Él es el todopoderoso y puede hacer milagros creativos en tu vida, solamente debes tener fe en su palabra, cuando crees en la palabra de Dios sin dudar en tu corazón, entonces esa palabra se manifestará en tu vida tomando forma en el área en la cual estás necesitado.
Continúa diciendo el salmista en David: “El que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias. El que sacia de bien tu boca, de modo que te rejuvenezcas como el águila”, Salmos 103:4-5. Dios no nos deja solos y nada podrá arrebatarnos de su mano. Él desea colocar sobre nosotros una corona de favor y misericordia, pues su misericordia se renueva cada mañana. El saciar bien nuestra boca con la palabra de Dios va a producir que rejuvenezcamos como el águila, es decir, cuando hablamos constantemente la palabra de Dios, entonces esa misma palabra es la que va a vivificar nuestra vida, nuestras relaciones, nuestra condición económica; va a refrescar aquellas áreas de tu vida que lo demandan.
El discípulo de Jesús llamado Juan escribe lo siguiente en el capítulo 1 Juan 1:2: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”; tu alma puede prosperar cuando te alimentas de la palabra de Dios. Es maravilloso porque nos habla de cuál es la voluntad de nuestro padre en nuestra vida, que seamos prosperados en todas las cosas y que tengamos salud en nuestro espíritu, en nuestra alma y en nuestro cuerpo.
Dios habla en esta escritura en el Libro de Éxodo 15:26 y dice: “Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu Sanador”. Lo que quiere decirte Dios en este momento es que Él es tu sanador y es importante que lleves esto a tu corazón, decláralo en este momento en tu vida. Cuando tú clamas a Dios con fe y convicción, él está totalmente dispuesto a escucharte y sanarte. Dice Jesucristo en Mateo 21:22: “Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”. Si en el momento en que estés orando tú crees que vas a recibir tu petición entonces te será hecho, porque Dios es bueno y para siempre es su misericordia.
Cuando entiendes que Cristo no solo murió por nuestros pecados sino también para sanarnos te estás apropiando de esa promesa, entonces estás en el lugar correcto espiritualmente para recibir la sanidad de Dios sobre tu vida. En el Libro de Isaías 53:4 dice: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido”. Dios quiere sanar ese daño emocional o físico del pasado, y cuando nosotros entendemos esto entonces estamos en posición para que Dios manifieste sanidad sobre ti. Abre tu corazón y recibe la sanidad divina, pues Jesús se llevó todos nuestros dolores.