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Juliana Guzmán
“¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?” (Ester 4:14)
Al leer la Biblia encontramos historias de diferentes mujeres que vivieron en obediencia a Dios y el propósito de Dios se cumplió en ellas. Historias como la de Rut y Ester nos enseñan que Dios observa nuestro corazón, las decisiones que tomamos, cómo actuamos y recompensa nuestras obras. Cada una de nosotras hemos sido llamadas por Dios a servirle en cada rol de nuestra vida. Servimos a Dios en nuestros hogares, en nuestro trabajo, con nuestras familias y en nuestra comunidad. Todos los días son oportunidades para mostrarle a otros el amor de Dios y llevar el mensaje del evangelio.
En el libro de Ester podemos ver un ejemplo de como Dios extendió su misericordia y bendijo no solo la vida de Ester, sino la de todo el pueblo de Israel. Ester fue llevada a la casa del rey porque en ese momento buscaban una nueva reina, pero Ester llegó allí con un propósito aún más importante que ser reina. Dios permitió que ella llegara a la casa real para salvar a todo el pueblo judío del que ella era parte. Ester arriesgó su vida presentándose delante del rey, algo que no era permitido en ese tiempo. La fidelidad a Dios y su convicción fue determinante para que el propósito de Dios se cumpliera. En este tiempo de tantos cambios en la sociedad, debemos mantener firmes nuestros principios cristianos y nuestra fe en Dios.
Así como con Ester, Dios tiene propósitos con cada una de nosotras y son propósitos eternos. Dios quiere que intercedamos en oración por nuestras familias, por nuestros hermanos en la fe y por las almas que aún no conocen al Señor. En este tiempo de conflictos, usemos las armas que Dios nos ha dado y oremos para alcanzar aquellos que no conocen al Señor. Para este tiempo hemos sido llamadas, acerquémonos a Dios y presentemos cada petición no solo por nuestras familias, sino por las almas que han de ser añadidas a la iglesia.
Oremos por este mundo que necesita recibir el mensaje de salvación, así muchos serán alcanzados. El mundo necesita de la intervención de Dios y a través de nosotras muchos cambios pueden lograrse, nos toca responder al llamado de Dios y será vista la gloria de Dios en nosotras. El Señor quiere glorificarse, seamos esos vasos útiles en sus manos, para que Cristo sea revelado a los corazones. Somos mujeres virtuosas, escogidas, llamadas, justificadas, amadas por Dios. Fuimos alcanzadas para alcanzar a otros y ser cada día reflejo de la luz del Señor.