Las fiestas de Navidad y Año Nuevo son momentos propicios para el encuentro en familia que muchas veces son opacados por unos segundos de hermosas luces traicioneras, lo que nos debe llevar a tomar medidas preventivas en nuestros hogares.
Los fuegos pirotécnicos, que de artificiales no tienen nada, año tras años dejan una secuela de daños, principalmente en niños y niñas que no tienen la conciencia adecuada al momento de usar estos artefactos.
A pesar de los consejos de las autoridades a los padres y madres, debemos tomar medidas para que ningún miembro de nuestras familias se vea afectado por los fuegos artificiales.
Las lesiones relacionadas con los fuegos artificiales con mayor frecuencia ocurren en las manos y dedos, ojos, cabeza y la cara. Estos provocan quemaduras, contusiones y laceraciones.
Incendios, quemaduras, mutilaciones, intoxicaciones, envenenamiento, contaminación sonora y ambiental, son algunos de los riesgos que hay que prever cuando se adquieren y manipulan pirotécnicos.
Aunque siempre se tiene en mente a los niños para hacerles advertencias, también los adultos deben cuidarse de los fuegos artificiales.
Mientras muchos disfruten de los fuegos artificiales que iluminarán la noche del 31 de diciembre, un grupo de personas estarán enfrentando momentos de angustia producto de las lesiones causadas por el mal manejo de los mismos.
Las dos principales acciones a realizarse luego de que alguien cercano sufra un accidente con pirotécnicos, es conservar la calma y llamar a los servicios de emergencia.
Del mismo modo, trasladar al herido al centro de salud más cercano, lo más rápido posible, para que se le apliquen los primeros auxilios. No es recomendable improvisar curas caseras sobre la lesión.