SAN JUAN – Las encuestas son instrumentos muy útiles para los partidos políticos. Sin embargo, la obsesión de concentrar el debate público en sus resultados tiene consecuencias terribles y no beneficia al electorado ni al país. Se trata la contienda electoral como un concurso de popularidad donde lo determinante es la posición en las encuestas. Con ello la narrativa en los medios la secuestran cuatro posibles titulares: el candidato está “ganando,” “perdiendo,” “ganando terreno,” o “perdiendo terreno”.
Entonces se informan los números y se analizan como si del consenso hípico se tratara, como si lo importante fuera votar por el que más probabilidad tenga de ganar y no por quien presenta las mejores propuestas
Un estudio publicado recientemente por el Centro Shorenstein de la Escuela de Gobierno de la Universidad de Harvard confirma el grave daño a la democracia que esta tendencia provoca. El estudio habla sobre el “impacto sicológico” que tiene la forma en la que los medios noticiosos informan sobre el proceso electoral. Al analizar la forma en que los medios cubrieron la contienda primarista en los Estados Unidos, el estudio concluyó que la obsesión por los resultados tuvo como consecuencia la victoria de Donald Trump a la nominación republicana. El estudio reveló además que al concentrarse en el resultado de las encuestas, los informes noticiosos proyectaron “prensa positiva” para un candidato cuyas propuestas de otro modo hubieran recibido “prensa negativa”.
Trump desplazó a todos los demás candidatos desde muy temprano en la contienda, pues los medios trataron desde el comienzo tanto las encuestas como los procesos en cada estado como si fueran los eventos determinantes. El estudio indica además que se dedicó muy poca exposición a los aspectos sustantivos de cada campaña. Ese enfoque noticioso, que en inglés llaman “horse race journalism” ha dominado las noticias en Puerto Rico y el modo en el que se articula el debate luego de cada encuesta. Así las noticias electorales se concentran en lo que el estudio llama el juego competitivo –la lucha entre los candidatos por salir arriba en las encuestas.
Con cada encuesta la cobertura noticiosa se concentra abrumadoramente en la pregunta de quién está ganando, cuando la pregunta debiera ser cuáles son las mejores propuestas para el País. Además de los resultados de encuestas y sondeos, las proyecciones sobre el resultado electoral y la cantidad de dinero recaudado toman prominencia. El segundo lugar lo ocupa el aspecto mecánico del proceso electoral en el cual el énfasis recae sobre asuntos como el escrutinio electrónico, el calendario, el orden y las fechas de los debates, así como las comparecencias de los candidatos a uno u otro lugar. De esa manera una candidatura electoral se pasea entre la noticia y el entretenimiento, lo que trivializa el debate y seduce a muchos candidatos e incumbentes a comportarse como si fueran figuras de la farándula. En último lugar quedan entonces los asuntos sustantivos.
Se dedica muy poco tiempo a la discusión sobre las posturas en materia de políticas públicas, al debate y a la evaluación crítica de las propuestas programáticas o el historial político o social de cada candidatura o colectivo. De esta forma la prensa es mucho menos efectiva como el vínculo necesario entre las propuestas y el electorado. Las noticias y análisis electorales se enmarcan más en el contexto de quien puede ganar en lugar de enmarcarse en lo que verdaderamente está en riesgo al emitir el voto. Los medios de comunicación en todas sus plataformas son importantísimos pues atraen indudablemente la atención del electorado a las campañas políticas, los mantienen informados del desarrollo programático y revelan hechos que de otra forma se mantendrían ocultos. Los medios contribuyen a forjar la opinión pública, pero influyen en ésta negativamente al dedicar desproporcionadamente la atención al aspecto lúdico de la contienda, obviando tanto los asuntos de políticas públicas e ignorando las consecuencias. Al presentar los números como si fuera el asunto de mayor importancia tratan las encuestas como si fueran decisivas. Esto genera una percepción positiva para candidatos y candidatas cuyas propuestas siguen siendo terribles y cuya responsabilidad con la crisis es innegable. La tendencia a informar sobre los resultados afecta las decisiones de los electores, no porque vayan a votar simplemente por quien tenga la delantera, sino porque se percibe como positivo lo que se destaca con este tipo de enfoque.
Para nosotros en el PPT lo verdaderamente importante no es quien lleva la delantera o quien ha perdido o ganado terreno. Lo fundamental es la discusión seria sobre las propuestas para atender las necesidades urgentes de nuestra sociedad. Lo medular es el debate sobre las ideas y sobre el historial de cada actor en los procesos sociales y en materia de políticas públicas. Eso es precisamente lo que los partidos de siempre quieren evitar por lo que se convierten en cómplices del debate hípico, produciendo encuestas, sondeos y fuentes que las analizan como se estudia la revista hípica. Nosotros no concebimos la contienda electoral como una carrera de caballos. Es mucho lo que está en riesgo en estas elecciones. No podemos premiar a los partidos de siempre. Castigar a los malos votando por los peores no puede ser una opción. Vamos a fijarnos en lo importante: las ideas, las propuestas, la trayectoria y el historial y votemos de forma consecuente. Así evitarás la traición a tu conciencia.