Pastora Linette Rivera
¿En qué asiento te tocó?
Cuando viajamos en un avión, pagamos por sentarnos en un lugar específico. Dependerá de lo que puedes esperar, según lo que has pagado.
Si fue en un asiento de primera clase, incluirá comodidad, salida más rápida, atenciones, servicio y hasta cierta privacidad. Cuando estás en clase regular y tu asiento es de ventana, tendrás la oportunidad de ver el escenario que impresionantemente se proyectará desde el cristal. Si estás en clase económica y te tocó el asiento del medio, tu espacio y movimiento serán muy limitados. Tendrás que cuidarte de no terminar durmiendo en el hombro de otro pasajero. Y si tu asiento designado es pasillo, podrás entrar y salir sin incomodar a nadie.
La vida es así; todos, como en un vuelo, llegaremos al mismo final. Solo tú escoges y decides cuánto inviertes en ti. Lo irónico es que puedes estar en primera clase y sentirte tan atrapado y descontento como en el asiento del medio. Puedes estar en la ventana y negarte a disfrutar de la vista. Puedes estar en el pasillo y sentirte privado de caminar por no molestar a otros.
He tenido alrededor de 492 vuelos ministeriales y en cada uno he decidido cómo sentirme y qué hacer con mi escenario. No se tratará nunca de otros o de tu entorno; siempre tendrás opción de elegir lo que quieres vivir.
Decídete a perdonar para que el asiento se ajuste a la paz. A olvidar lo que te dañó para colocarte el cinturón de una nueva oportunidad. Reclina la butaca y suelta el afán. Este viaje traerá turbulencias, atrasos y períodos de espera; solo recuerda que su Palabra dice en Mateo 11:28: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”.
Esta aventura es única. Dios te bendiga.