Profeta Jessica Acevedo
Sin duda alguna, al pasar de generación en generación, de alguna forma hemos escuchado a nuestros padres, a cercanos, entre amigos, y hasta en lugares presentes, decir dichos como a mal tiempo, buena cara, o hay que aprender a estar agradecidos en todo tiempo. Siempre refiriéndose a los momentos, experiencias y situaciones que nos sobrevienen durante el caminar; dirigiéndose a estos que nos marcan por los retos, dudas, las confrontaciones sobre todo en la fe, entre pruebas y eventos de pérdidas físicas, monetarias y hasta pérdidas en la fe, por esos momentos que vienen a probar nuestra humanidad donde se nos hace difícil mantener una actitud de gratitud por lo que está afectando nuestras emociones o sentimientos. Es allí donde nuestra cultura nos hizo ser más valientes y esforzarnos para vencer, a continuar luchando para que, pese a cada situación, continuemos enfocados, con paz, gratitud y nuestra fe continúe avanzando.
Las escrituras nos exhortan a permanecer en gratitud, recibiendo lo vivido como experiencias de vidas que nos hacen crecer, valorar y a pesar lo importante de lo prioritario. A que no importa lo que se pierda en la tierra, siempre tendremos recompensas del cielo para nuestro espíritu y nuestra alma. A perseverar en entregar sin reservas, ni esperando nada a cambio, y a descansar en las promesas del corazón del Padre, quien siempre nos dará más de lo que esperamos o necesitamos.
Da gracias a Dios en cada una de tus temporadas y siempre habrá en tus manos la bonanza por tu gratitud, pues de lo sembrado siempre habrá una buena cosecha. Dando gracias encontrarás que has recibido mucho más de lo que realmente habías esperado.
1 Tesalonicenses 5:18: Y habiendo dado gracias, por todo, habrás aceptado la voluntad de Dios. Entendiendo que todo lo que Dios, hace, permite o puerta que cierra, siempre lo hará para cuidarte, guardarte o evitar el dolor prolongado. De la misma manera, la gratitud también abrirá, creará y te llenará de la bondad del corazón de Dios y sus cuidados infinitos. Recuerda que la gratitud siempre será una gran llave, sobre todo en la fe, que abrirá muchas puertas.
Da gracias en todas tus temporadas y siempre tendrás una razón para sonreír, una razón para continuar el camino y una razón para alimentar tu fe.