Por: Pastores Walter y Alba Pérez
Si mi pueblo, mis hijos y mi familia se pusieran de acuerdo, tuvieran un mismo pensamiento, unas mismas metas, la situaciones sería más fácil. Lastimosamente, en vez de desenredar, enredamos.
El que cada uno mire por su lado, nos distancia cada vez más de la bendición. El orgullo, la soberbia, la autosuficiencia que cada uno coloca en vez de ayudar destruye. Es imposible tomar decisiones solos cuando ya delante de Dios hicimos un pacto.
En vez de dejar que las dificultades económicas dividan su matrimonio, necesitan buscar solución. No podemos aceptar la división, y la solución nunca será la separación, bajo ninguna causa. Tampoco retroceder, pues Dios prueba nuestra perseverancia, y es allí donde muchos fallamos.
Todo problema tiene solución. La unidad de pareja traerá un aceleramiento a la respuesta que necesitamos. Las cosas suceden más rápido por el mutuo acuerdo. Es aquí donde necesitamos tener y vivir por fe. Si uno de los dos escasea de fe, sin duda habrá más problemas.
José y María necesitaron de una revelación divina para continuar juntos. Sin el Espíritu santo hubiera sido imposible lograr colocarse de acuerdo. Cada uno necesito su propia revelación. José se sintió miserable; cuando el Espíritu le habló descubrió que siendo aún un hombre creyente, las dudas lo acabaron y solo una intervención sobrenatural volvería las cosas a su lugar, y es exactamente un milagro lo que muchos necesitamos.