Profeta Jessica Acevedo
Mateo 14:29: “Pedro entonces bajó de la barca, comenzó a caminar de la mano de Jesús sobre las aguas, pero al mirar a través de la vista fuera de la fe, el ruido fuerte y las grandes olas le asustaron, pues el ruido de afuera se volvió mayor que el ruido de adentro”.
Nosotros podemos escoger qué ver, a dónde ir, qué escuchar y, en el constante caminar, volvernos en una toma de decisiones diarias. Pero cierto es que en cada una, nos agrade o no, nos coloque en peligro, dudemos y hasta celebremos tales decisiones, cada una de ellas es personal. Lo decidí por tal motivo, pero yo lo decidí.
Así mismo sucede a diario en el mundo de nuestra fe, pensamientos, emociones y sentimientos. Decido permitir que esto acontezca, esto me detenga o esto me presione.
También podríamos decidir si todo lo que está aconteciendo afuera de nuestro entorno, lo que vemos o escuchamos, se vuelva mayor que ese ruido de fe, de victoria, de ánimo, de seguridad, de confianza, de confortamiento, de no recibir más la escasez en aquello que nos detiene o paraliza, de lo que aún no hemos alcanzado a ver o a vivir.
Entonces vivamos en una constante de ese ruido que trae y atrae lo bueno, lo mejor, constante para mi fe, lo que no daña, de todo lo que grita más fuerte para sostenernos, para afirmarnos y para permitirnos descansar, así como aquel hombre llamado Pedro, quien, justamente cuando confió y no le permitió al ruido retorcer ante su verdad y su fe, alcanzó caminar sobre las aguas de la mano de quien nunca lo soltaría, su amigo y pastor Jesús.
Confío en que estas letras alimenten tu esperanza, en medio de tantas circunstancias donde el ruido vendrá con fuerza a robar todo aquello que hemos creído y hemos alcanzado. Camina sobre el ruido, así como quien cuando caminó firme y en convicción, no solo lo hizo sobre las aguas, también lo hizo sobre el ruido y los temores.