Por Mark Nieves de Cine Geek (cinegeek.net)
Tras el éxito del primer filme, pocos esperaban que Black Phone tuviera secuela. Sin embargo, Black Phone 2 demuestra que el terror puede reinventarse sin perder identidad. Scott Derrickson y C. Robert Cargill apuestan por una historia más introspectiva, donde el horror se transforma en una exploración del trauma y la redención.
La trama sigue a Finny y Gwen años después de sobrevivir al Grabber. Sus vidas parecen normales hasta que una serie de fenómenos sobrenaturales los obliga a revivir el pasado. Lo que descubren es aterrador: el Grabber ha regresado desde un plano espiritual, convirtiéndose en una presencia que habita los sueños.
Ethan Hawke: el espectro del mal
Ethan Hawke está magistral. Su Grabber ya no es un asesino de carne y hueso, sino una entidad vengativa. Derrickson lo eleva al nivel de ícono del horror moderno, evocando a Freddy Krueger pero con identidad propia. Su rostro desfigurado y su voz distorsionada transmiten tanto miedo como melancolía. No es solo un villano: es un símbolo del dolor y la culpa.
El film combina horror psicológico con lo sobrenatural, utilizando el regreso del Grabber para explorar los traumas que dejan las cicatrices invisibles. Derrickson logra que el miedo tenga alma.
Gwen y Finny: entre el dolor y la fe
Mason Thames repite como Finny, un joven atormentado por sus recuerdos. Pero es Madeleine McGraw como Gwen quien se roba la película. Su conexión psíquica con el más allá la convierte en el corazón del film.
Las escenas en las que enfrenta al Grabber en el mundo de los sueños son visualmente fascinantes, filmadas en 16 mm con un estilo retro y granulado que recuerda al cine de terror de los 80. Derrickson aprovecha este recurso para jugar con los límites entre la realidad y la pesadilla. Cada secuencia onírica se siente como una pintura en movimiento, tensa, hipnótica y perturbadora.
Terror con propósito
A diferencia de muchas secuelas, Black Phone 2 no busca repetir fórmulas. Explora el trauma, la fe y la redención. Introduce a un nuevo personaje —el supervisor del campamento— que agrega una perspectiva espiritual y debate sobre la naturaleza del mal.
El tono visual refuerza la historia: un paisaje nevado cubre los horrores del pasado mientras los protagonistas enfrentan sus demonios. La violencia es contenida pero impactante. Derrickson utiliza el silencio, la atmósfera y el simbolismo para generar tensión real.
Conclusión
Black Phone 2 ofrece un cambio dramático respecto a la original. Derrickson transforma el miedo en un viaje emocional sobre el perdón y la oscuridad interior. Ethan Hawke redefine a su personaje como un fantasma trágico, mientras McGraw se consolida como una de las jóvenes promesas del género.
La película no busca solo asustar, sino también sanar. Aunque el ritmo inicial es pausado, su clímax es potente y catártico. Black Phone 2 es una secuela digna, madura y visualmente hipnótica que confirma que el terror de Blumhouse aún puede sorprender.



