Pastor Jaime Gutiérrez Mora
Misión Cristiana Torreón Fuerte (Medellín, Colombia)
“Pedro se acercó a Jesús y preguntó: —Señor, ¿cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano que peca contra mí? ¿Hasta siete veces? —No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete —contestó Jesús—.” Mateo 18:21-22 NVI
Muchas veces, cuando estamos cansados de algo, aparecen interrogantes serias en nuestras vidas, meditamos y pensamos, pero no aparecen respuestas; más bien, aparece frustración y desánimo. En ese momento vamos al que todo lo sabe, y aparecen los porqués de la vida.
La mayoría de las preguntas que le hacían a Jesús eran para probarle, pero la de Pedro era para recibir aprobación, de algo que él pensaba que tenía un límite, y al cual había llegado. Se le llenó la taza con algo o con alguien. No sé si te ha pasado, que se te colma la paciencia con algún suceso o persona, que no soportas o que te ha fallado tanto que dices “llegué al límite”. ¿Cuántas veces debo perdonarlo? Me parece a mí, que siete es mucho y se las tengo contadas, para otros cinco es mucho o tres es demasiado.
Jesús nos enseña que el perdón al hermano, al que me rodea, debe ser infinito, nadie contabiliza las 70 veces 7. No se anda con una libreta para registrar lo que alguien me hace y luego decir “se le están acabando las 490 oportunidades que tenía conmigo”; nadie hace eso.
Pedro preguntó, no como una prueba, sino como el que dice: no puedo más con esto, debe existir un número máximo y Jesús le responde: debes darle una nueva oportunidad, una más y una más. El que da perdón, da vida, liberta; “el que pasa por alto la ofensa crea lazos de amor y el que insiste en ella aleja”.
Jesús le dijo a Pedro y nos dice a nosotros, yo te he perdonado tanto y tantas veces, que así mismo deberías hacer tú, sean mansos y humildes, ayuden, perdonen, den la milla extra, si llegas al número 490, ya habrás olvidado el número 1, debes dar una nueva oportunidad y reconciliarte con tu hermano primero y luego acércate con tus ofrendas a Dios.
Vivimos en tiempos egoístas y de guerra, pero que no sea dentro de nuestra propia casa, ni con los nuestros y mucho menos con algún hijo de Dios, porque ahí perderemos nuestra batalla, no puedes batallar contra Dios y salir bien librado.
Por lo tanto, el consejo para tu día y tu semana es que hagas lazos de amor y no de guerra. Haz lo que te acerca más a Dios, ejercita el perdón una y otra vez, y te parecerás más a Jesús o, por lo menos, te parecerás más a lo que Él desea que llegues a ser.
Sean bendecidos y encaminados a la victoria.