Por: Reverenda Aida L. Martín
La última semana de Cuaresma se le conoce como Semana Santa. Esta comenzó con el Domingo de Ramos, en donde el pueblo celebra la llegada de Jesús a Jerusalén. Ya se reconoce a Jesús como el hombre que iba a ser un cambio en el país. Y Jesús no solamente hizo un cambio allí, sino que lo hizo en el mundo entero, naturalmente no el cambio que los judíos esperaban.
La enseñanza que Jesús nos da en su entrada triunfal es la siguiente:
- Jesús representa al Yo soy El Cristo o Espíritu Santo que todos tenemos.
- Jesús estuvo 33 años preparándose para esta transformación y nosotros si queremos transformación en nuestras vidas tenemos que sacar tiempo para nuestra preparación, a través de estudios, oración y meditación.
- Entra sobre un asno que representan las limitaciones humanas, los pensamientos de error que mantenemos en nuestras mentes que no nos permiten expresar a cabalidad el ser divino que somos, la creación de Dios. Ya cuando estamos seguros de nuestra unidad con Dios, entonces tenemos control, estamos sobre nuestras limitaciones humanas, eliminando toda duda; «porque el que está en mí es mayor». Es por esto que Jesús entra sobre el asno. Y nos dice que nosotros podemos estar sobre nuestras limitaciones humanas.
- En el momento de llegada de Jesús a Jerusalén, las personas le rinden tributo y reconocen al que viene en nombre de Dios. Nuestros pensamientos están en gozo porque sabemos quién vive en nosotros y dirige nuestra vida.
La entrada de Jesús a Jerusalén es más que un hecho histórico; es la demostración de cómo enfrentamos cualquier dificultad si nos preparamos. Con Dios todo es posible. Jesús demostró que era un ser espiritual, deja su cuerpo, su personalidad para hacer surgir su Espiritualidad, lo perfecto y eterno, y nos invita a que nos preparemos a través de estudios, oración y meditación al logro de nuestras metas.
