Profeta Jessica Acevedo
Hay un compromiso o una declaración solemne de parte de Dios para cada uno de sus hijos. Ciertamente, desde que pasó Jesús sobre la tierra, preparaba a los suyos recordando constantemente todas las promesas que estaban escritas desde el corazón del Padre para que, camino a la cruz y todo lo que acontecería durante ese camino, no perdieran su fe, su persistencia ante cada prueba difícil por enfrentar, la turbación ante lo inesperado, los duros golpes de dolor que parecieran atravesar nuestras manos y pies dejándonos paralizados ante una cruz. Más es allí donde las promesas de Dios se interponen ante nuestras realidades terrenales y las realidades de fe que, por medio del Espíritu Santo, establecen una resurrección contundente que ya venció, venció una cruz, una tumba, unos lienzos y hasta venció una roca que se interponía entre un sepulcro que roba nuestra fe a una apertura de libertad, de nuevos comienzos y de resurrección a las promesas otorgadas para completar un propósito eterno en nuestras vidas.
¿Qué trae esa resurrección? Vida, abundancia para el espíritu, llenura de lo eterno, un nuevo pensamiento para vencer, un nuevo pacto para continuar y un gran tiempo de recibir los cuidados de Dios.
Mateo 17:23 Jesús resucitó al tercer día después de haber sido sepultado. Luego de haber pasado un tiempo de sepultura que equivale a pérdida, silencio y encierro, llegó el momento de resurgir a la promesa de vida eterna.
Recuerda siempre que, aunque parezca que todo acaba o culmina, estará por comenzar siempre algo nuevo, diferente y fresco de parte de Dios. Entonces, hoy, te invito para que medites en las promesas de Dios, la provisión, la dirección y las estrategias que te resucitarán a través de sus propósitos.
Recuerda, el sepulcro solo avisa lo que está nuevo por acontecer. ¡Vamos, espera tu tiempo de resurrección! Anímate, no te quedes solo mirando la cruz que ya está vacía, mejor mira hacia la piedra que ya fue movida.