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Por: Rvdo. P. Luis Barrios
Iglesia Episcopal Diócesis de Puerto Rico
La vida no es predecible. Hay altibajos en el camino. Muchos de nosotros queremos confiar en Dios. Cuando los tiempos son buenos, puede sentirse más fácil. Pero cuando los tiempos se sienten difíciles, es aún más importante confiar en Dios.
La vida puede transcurrir sin problemas durante una temporada. Tu trabajo es satisfactorio. Tus amistades y familiares son agradables. Tus metas, finanzas, salud y perspectiva parecen brillantes. Entonces, de repente, la vida lanza una bola curva. Alguien que conoces se enferma. Pierdes tu trabajo. Un amigo, amiga o familiar te traiciona. Las cosas en las que te sentías seguro de repente se sienten inestables e inciertas.
¿Cómo confías en que Dios es bueno en estas circunstancias? El desafío es cómo confiar en Dios, incluso en tiempos difíciles. Pero en el tema de las pruebas que producen madurez no se nos pide que aceptemos todo lo que estamos pasando. Primero, la prueba de madurez se lleva a cabo obedeciendo a Dios. Y segundo, puede ser que haga algo para detener algunas realidades que vinieron a oprimirme a mí o a otras personas, en lugar de resignarme al pesimismo, me pongo de pie y empiezo a luchar por un cambio.
En la narrativa bíblica de Génesis 22:1-14 aprendemos que para estar mejor que antes de ser probados, hay que dejar que las pruebas te maduren. Es entonces cuando aprendemos a confiar en Dios.
Esto no significa que le digamos a la gente que el abuso, la explotación y las instituciones corruptas vienen de Dios. O decirles que, deben quedarse quietos aceptando todo tipo de opresión. Buena noticia es poder construir con Dios una nueva sociedad, un nuevo orden mundial, donde brille la justicia social, política, económica, racial, sexual, religiosa en todas sus dimensiones. Cuando tú y yo trabajamos para esta nueva sociedad, estamos brindando seguridad y confianza.