Por: Duverney Galindo Pérez
Torreon Fuerte Misión Cristiana, Colombia
Ninguna tormenta dura para siempre, y no hay nada como la sensación de alivio que se siente una vez que pasa el mal clima. Salmos 107:23-32
Todo el mundo experimenta tormentas en la vida, ocasiones que traen dolor, sufrimiento o pérdida. Y en tiempos turbulentos como estos, nos preguntamos: ¿Dónde está Dios? ¿Por qué pasan tantas cosas malas? ¿Lo causó Dios, y si es así, por qué? Cuando nos encontramos en situaciones angustiantes, el lugar más seguro para encontrar respuestas a nuestras preguntas es la Palabra de Dios.
La tormenta descrita en el pasaje de hoy da una idea del papel del Señor en los diversos trastornos que se nos presentan. Según Salmos 107:25, Dios fue el responsable de esta tempestad, pues fue Él quien levantó los vientos y las olas que asustaron a los marineros. Estos tiempos turbulentos nos alientan a hacer lo que hicieron esos marineros; en su desesperación e impotencia, clamaron por la ayuda de Dios. Luego los rescató de su angustia, calmando la tormenta y guiándolos a un sitio seguro. En respuesta, agradecieron al Señor por su misericordia y su maravillosa liberación, y lo alabaron públicamente.
Ninguna tormenta dura para siempre y no hay nada como la sensación de alivio que se siente una vez que pasa el mal clima. Acordémonos de actuar como esos marineros agradecidos cuando llegue el momento, y mientras tanto, mantengamos la mirada puesta en el Señor.