Por: Gina Delucca
Escritora Invitada
Desde el 1893 sólo ha habido 12. Y el Caribe tiene una. Alicia Alonso nos visitó recientemente junto al Ballet Nacional de Cuba. No fue sorpresa que al final de la función la subieran al escenario para saludar al público que no la veía hace 30 años. Sí, hace 30 años yo estuve sentada en una butaca del Teatro de la Universidad de Puerto Rico y esa señora bailó como si no le doliera una coyuntura. Oh, se me olvidaba decirles la edad. Alicia tiene 92 y en el ’84 tenía 62.
No soy periodista de farándula, ni siquiera periodista soy. No haré una reseña de ella ni de su show. Pero tan sólo con observar algunos hechos, vale la pena comentar sobre todo lo que podemos aprender de esta magnífica mujer.
En los años treinta, sólo las niñas de alta sociedad tomaban clases de ballet. Tenemos que ella, con “cuna de oro” y con trayectoria y fama internacional, no se glorió en sus laureles ni se ensimismó en su riqueza, sino que regresó a su país e hizo accesible el ballet a todos; sí, a los pobres también.
Pero hay más. A los 19 años le diagnostican principios de ceguera. Eso no fue motivo para ella dejar de bailar. Aún cuando las indicaciones post-operatorias eran que se quedara acostada, sus pies y sus manos no descansaban. Ella hacía sus ejercicios de manos y pies y se mantenía al tanto de lo que pasaba en el mundo del baile. Nada la detuvo. Su enfermedad fue un freno, pero no un fin. Su espíritu incansable le dio la solución para no dar pasos en falso en el escenario. El truco era una serie de luces especiales que le indicaban los lugares, para que no perdiera el sentido de dirección. La cooperación de sus bailarines fue clave también.
¿Qué aprendemos de esto? La voluntad corre en otra dimensión diferente al tiempo. El tiempo no lo controlamos, pero la voluntad sí. La voluntad—que en su paquete incluye fe, esperanza, seguridad y hasta un poco de terquedad—te dará soluciones nuevas, cuando las soluciones convencionales ya no son factibles. La voluntad también te ayudará a entender que el tiempo tiene su valor y su propósito.
Por último, los números. Un video en YouTube nos muestra a Alicia Alonso bailando una sección del Acto Blanco de Giselle en el 1963, cuando tenía 42 años. Desplazada por el aire como un ángel y luego sus pies en un contrapunto de relevés extraordinario. Luego, el mismo baile en el 1978; y luego en los años ochenta… en los noventa. La misma gracia, la misma energía, la misma proyección escénica. Alicia se mantuvo ágil hasta entrada en sus setenta y pico. Buena dieta, ejercicio (por supuesto), propósito, taller, trabajo, foco, mente alerta, voluntad (otra vez). ¿Cuántas mujeres llegan a los 93? Y ¿cuántas llegan a los 93 en “buenas condiciones”?
No, no es de un lejano país. Es una vecina de Cuba. Antillana. Nuestra.
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