Dra. Rocío K. Rivera Valentín, MD/PhD, FAAP
Hematóloga-Oncóloga Pediátrica, Facultad e Investigadora
Centro Comprensivo de Cáncer de la Universidad de Puerto Rico
El cáncer pediátrico o cáncer infantil, se refiere al crecimiento excesivo y acelerado de células de origen maligno en infantes, niños y adolescentes. Similar a los adultos, hay varios tipos de cáncer en nuestra población pediátrica y se clasifican en relación con el órgano o sistema afectado. A diferencia de los adultos, los tipos de cáncer que encontramos en la población pediátrica más frecuentemente lo son: leucemia (cáncer en las células de la sangre), tumores del cerebro y del sistema nervioso central, tumores en el sistema linfático y los tumores sólidos. Una importante distinción que vemos en el cáncer pediátrico es que, hasta ahora, no se ha identificado una manera de prevenirlo. En algunos tipos de cáncer en niños, podemos ver un componente hereditario, pero este no es el caso en el 90% de los pacientes diagnosticados y lamentablemente, no conocemos qué llevó al desarrollo de este proceso maligno.
Generalmente, el tratamiento para la mayoría de los tipos de cáncer en niños puede consistir en quimioterapia, cirugía para remover el tumor, radioterapia o una combinación de estas tres modalidades. Otras terapias que pueden utilizarse son: trasplante de medula ósea o terapia, utilizando y modificando el sistema inmune, y terapias dirigidas a mutaciones o cambios específicos que muestren los tumores. Todas estas terapias conllevan un repertorio de efectos secundarios a corto y largo plazo, entre estos: pérdida del cabello, infecciones severas y compromiso del sistema inmune y necesidad de transfusiones de productos sanguíneos. Los sobrevivientes del cáncer infantil pueden además enfrentar retos luego de su tratamiento y ya en la adultez, como pérdida de audición, disfunción cardíaca y enfermedad cardiovascular temprana, infertilidad, problemas en densidad ósea, problemas de memoria, rezago en el desarrollo, además de estar a más alto riesgo de desarrollar otros tipos de cáncer por el tratamiento que recibieron, entre muchas otras complicaciones.
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Aunque se considera una enfermedad rara, la realidad es que el cáncer pediátrico es diagnosticado anualmente en aproximadamente 400,000 niños a nivel mundial y, en Estados Unidos, es la causa principal de muertes por enfermedad entre niños de 0-19 años. Aunque los pacientes con cáncer pediátrico en la actualidad tienen una mejor calidad de vida que hace una década, aún nos falta mucho por mejorar.
Es por esto que resulta imprescindible materializar esfuerzos para educar a nuestra comunidad y reconocer signos de alarma en nuestros niños para tener una evaluación médica con prontitud. Algunos signos preocupantes que podemos notar son: pérdida de peso, fiebres recurrentes, malestar general frecuente, pobre apetito o vómitos, sangrado excesivo o moretones sin causa aparente, dificultad respiratoria, especialmente al dormir, distensión abdominal o agrandamiento de nódulos linfáticos o coyunturas, entre otros. Cualquier síntoma que presente su niño que le preocupe, debe_ buscar atención médica inmediata. Solo usted conoce a sus hijos mejor que nadie y puede abogar por ellos.
Los proyectos y estudios clínicos han sido las piezas claves para el desarrollo de terapias exitosas y la mejora en sobrevida. Sin embargo, hay una limitación de fondos para continuar proyectos de investigación y desarrollo de nuevas terapias. Debido a esta falta de recursos, familias que han perdido niños por el cáncer han creado fundaciones sin fines de lucro que apoyan no solo a familias sufriendo por el cáncer; estas además auspician proyectos de investigación desde su concepción hasta desarrollarse en unas nuevas terapias.
Es importante que continuemos cuidando de nuestros niños, creando conciencia de cuánto el cáncer pediátrico y la falta de recursos para su investigación, afectan su calidad de vida, y sigamos luchando por ofrecerles un futuro libre de cáncer.