Drs. Carlos y Vidalina Echevarría
Psicólogos, pastores y consejeros cristianos
Hay muchas personas llenas de dolor por alguna pérdida. Toda pérdida causa dolor y en ocasiones sentimientos de coraje, culpa, baja autoestima y depresión, trayendo consecuencias nefastas como el
suicidio. Es ante una crisis que la gente comienza a cambiar sus valores y piensan en lo que han hecho en su vida. Muchos realizan cuan fútil ha sido y que poco han aportado para dejar un legado a los
suyos. Otros cansados de luchar buscan ayuda espiritual o profesional para liberarse de esos pensamientos de dolor y otros no hacen nada y sucumben ante la soledad a la idea de escapar en el sueño de la muerte.
Muchos años atrás fue doloroso para nosotros perder a un compañero de estudios universitarios, un consejero de muchos, que por muchas de las situaciones aquí mencionadas terminó quitándose la vida. Ante esta noticia hubo un caos en las comunidades de fe, así como en todos los
que le conocían. Fueron muchas las dinámicas y talleres que llevamos a cabo a través de la isla de Puerto Rico. La pregunta que todos se hacían fue: ¿Se fue al infierno? ¿Qué paso con él? ¿Perdió su
salvación? Esta persona no tenía tiempo para pensar en sí mismo, estaba enfermo de depresión mayor y no lo sabía. La tensión excesiva y los problemas de salud, familiares y especialmente económicos lo incapacitaron de buscar consejería profesional y tomar medicamentos antidepresivos y sucumbió ante la crisis emocional. Tenía el juicio menoscabado y tal vez no habló con nadie. Muchas personas y especialmente hombres no hablan con nadie sobre sus sentimientos y esto ayuda a que los factores de riesgo para ellos sean mayores y buscan escapar de la vida dejando atrás una estela de dolor y pesar a todos los que le aman.
La pregunta a considerarse debe ser: ¿qué puedo hacer para ayudar? La contestación: tocar a los que necesitan ayuda. Eso es amarse y amar al prójimo como Jesús amó (Lucas 10:27). Hay personas que no ayuda como podemos ver en el relato del buen samaritano (Lucas 10:30-37), muchos vieron la necesidad y siguieron su camino. Con esta parábola del buen samaritano Cristo agranda los horizontes del amor al prójimo hacia toda persona sin importar la raza o religión. Todos necesitamos sentir que somos amados como un hermano porque todos fuimos creados por Dios. No mires para el lado opuesto cuando la crisis azote a los que Dios pone en tu camino. Hablar y actuar con los demás de manera
bondadosa es la voluntad de Dios para su pueblo. Puerto Rico necesita que nos levantemos ante la presencia de Dios como ese pueblo lleno de amor y bondad que siempre hemos sido. Atrévete a amar si quieres ser feliz y especialmente ama a aquellos difíciles de amar. ¡Dios te bendiga rica y abundantemente!