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Por: Dr. Carlos & Vidalina Echevarría
Psicólogos, pastores, consejeros
¿Alguna vez en tiempo difícil has orado y alabado a aquel que todo lo controla? Recientemente, paseando con unos amigos que visitaban la isla por los corredores del sótano del Morro en San Juan, llegamos a una celda que estaba en lo más profundo de aquel lugar. Nos detuvimos a mirarla y vino a nuestra mente el recuerdo del apóstol Pablo y de Silas, ambos prisioneros y casi muertos después de una brutal golpiza. En aquel apartado y solitario lugar donde los habían llevado, se sentían que estaban sacudidos, pero no silenciados y a eso de la media noche, se pusieron a orar y a entonar alabanzas a Dios y los presos que allí estaban le escuchaban. Se encontraban en una situación muy difícil, estaban prisioneros por hablarles a otros acerca de Jesús, pero eso no los intimidó.
Nada pudo detener el clamar a Dios. Ni la celda de la cárcel, ni el hedor y la incomodidad de las pesadas cadenas y ni aún la cercanía de la muerte pudo detenerlos de clamar su libertad en Cristo y de decirlo a otros. Dios siempre oye y tiene un plan para cada vida, mientras ellos cantaban himnos a Dios a toda voz a media noche, de repente, se produjo un terremoto tan fuerte que se conmovieron los cimientos de la cárcel, se abrieron las puertas se soltaron las cadenas, pero ninguno de los prisioneros escapó y esto trajo la salvación al carcelero y a su familia (Hechos 16:25-32).
En este momento de nuestra vida, nosotros como esos discípulos estamos enfrentando circunstancias extremas de incomodidad tal como vivieron esos hombres de fe. Cuando eso sucede, clamamos a Dios y nuestra fortaleza para actuar viene de Él cuando levantamos nuestra voz y el alma en alabanza a nuestro fiel y justo Dios Creador del universo. En este momento cuando nuestra tierra entera está siendo sacudida y amedrentada ante tantas amenazas y ataques a nuestros valores de la fe en nuestro Dios, mantengámonos firmes en lo que hemos creído. Roguemos para que siempre haya una alabanza de honor y gloria en nuestros corazones para honrarle como Él se merece. ¡Qué nuestra fidelidad a nuestro Dios sea tan patente que nos lleve a hablar de Él y de lo que hizo por nosotros y sigue haciendo cada día!
Pablo era un ciudadano romano por nacimiento. Él alzó su voz e invocó su condición de ciudadano romano; sabía el derecho y los privilegios que le cubrían y sabía también que el trato a los romanos era muy vigilado por las autoridades romanas. Tal vez nosotros no enfrentemos circunstancias tan extremas como Pablo y Silas, pero todos en algún momento nos vemos en situaciones desagradables e incómodas. Cuando eso sucede recordemos que nosotros somos hijos de Dios y ciudadanos del cielo. Nuestro Dios nos cuida, escucha nuestras quejas y nos protege cuando clamamos a Él. En tiempo de crisis como el que estamos viviendo, clama a Dios.
Jeremías 33:3 dice: “Clama a mí y yo te responderé, y te mostraré cosas grandes e inaccesibles que tu no conoces”. Dios interviene en los asuntos humanos a través de sus ángeles, tanto para bendecir como para ejecutar el castigo impuesto por Dios. Recuerda que eres vigilado por el ángel de Jehová que acampa a tu alrededor si le temes Él te defiende. Podemos ser sacudidos por el ambiente, pero recordemos la bendición que tenemos de ser su iglesia. Que siempre haya un cántico de adoración en nuestro corazón y palabras de vida en nuestros labios para hablar de Jesús nuestro Salvador a los que se pierden. Puedes ser sacudido por lo que sucede ahora mismo en nuestro ambiente en general, pero exprésate y ora a Dios que siempre nos escucha no permitas que te silencien.
¡Dios te bendiga rica y abundantemente!