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Por: Luz Jiménez
SALMO 37: 23 -24: “Por Jehová son ordenados los pasos del hombre, y él aprueba su camino. Cuando el hombre cayere, no quedará postrado, porque Jehová sostiene su mano”.
Todos, hasta los creyentes más veteranos, fracasamos alguna vez y muchas veces nos preguntamos qué pudo dejar que ocurriera. Cómo puede rectificarlo; lo más natural es albergar pensamientos de auto condenación, derrota, desánimo, desesperación y más derrota.
En Josué 7:10-13 la Palabra del Señor nos dice que el pueblo había quebrantado el pacto que Él había hecho con el pueblo de Israel, habían pecado, hurtado, mentido, etc… y les recuerda que por esos motivos el pueblo de Israel no podría hacer frente a sus enemigos. Dios ordena que se levanten y que el pueblo se santifique.
El Señor es un Dios de arrepentimiento, un Dios de levantarse y no sumirse en el fracaso. Cuando estamos descarriados, el plan de Dios es sencillo: vuelve al sendero inmediatamente.
1 Juan 1:9 nos quiere decir, confiesa tu pecado y rechaza la condenación del diablo. El apóstol Pablo en el libro de Filipenses 3:14-14 nos recuerda que él no pretende haber alcanzado la perfección, pero nos insta a olvidarnos de lo que queda atrás y extendernos a lo que está adelante; como un niño que está aprendiendo a caminar, cae, se levanta, no se queda en el suelo. Así mismo debemos de hacer, no quedarnos en el suelo (pecado) rendidos. Permanece ahí el menor tiempo posible. ¡Levántate! Y vuelve a andar.
Recuerda que el momento que te hace consciente del pecado, debería llevarte a confesarlo y ofrecerte la seguridad del perdón.
Si no reconocemos el pecado, este nos dejará derrotados, pero si lo confesamos, nos traerá perdón y la restauración que nos conduzca a la victoria.
Conclusión:Todo a lo que nos apeguemos que sea contrario a la Palabra de Dios hará que caigamos ante nuestros enemigos. No existe una persona que a lo largo de su vida solo tenga éxitos y victorias. Tenemos que aprender a cómo manejar el fracaso. La gente exitosa sabe cómo cambiar y qué cambiar. Salmo 139: 23-24
Sean más que bendecidos.