Por: Apóstol Wanda Rolón
El cansancio que más afecta las personas no necesariamente es el físico, sino el cansancio emocional.
Todo lo que sembremos es lo mismo que cosecharemos. Si dejamos de hacer el bien corremos el riesgo de cosechar cosas que no es lo que deseamos. Somos sembradores de continuo en la vida.
El bien no existe a menos que alguien lo ejecute. El bien no está en una planta o en los animales, solo lo lleva a la acción un ser humano. No nos podemos cansar de hacer el bien, lo que hagamos traerá cambios significativos a nosotros y a nuestro entorno.
Cuando hacemos el bien, no lo hacemos buscando beneficios pero los mismos llegarán a consecuencia de nuestra obra. Las consecuencias de hacer el bien son múltiples bendiciones que se reciben de parte de Dios.
Si nos cansamos de hacer el bien se irá notando en nuestras actitudes. Las actitudes dicen todo de nosotros. Si el enemigo descubre nuestra debilidad nos continuará oprimiendo.
Las fuerzas solo provienen de Dios, él es el único que hace que lo que está dentro emerja y podamos seguir hacia adelante. Debemos procurar no dañarnos como otros hacen y continuar haciendo el bien.