Jaime Torres Torres
Especial para Presencia
RÍO GRANDE – “Pesé 180 libras; padecí de ataques de pánico y de arritmia cardiaca. Caí en una rutina. Pero he rebajado 47 libras en cuatro meses con dieta balanceada y actualmente estoy en bajo peso con 113 libras”.
Los costos de las sesiones de entrenamiento son solo $30 al mes.»
Así de impactante es el testimonio de Eneida Martínez, de 38 años, y un caso dramático de superación o, si se quiere, un milagrito de la fuerza de voluntad.
Una señora que ya no depende de fármacos. Una de tantas damas profesionales que, durante marzo, mes de la mujer, han sido consistentes en las rutinas de ejercicios que han incorporado a sus estilos de vida, incluso a nivel competitivo, como sucederá el próximo domingo, 26 de marzo, en el tradicional Maratón Malelo de Luquillo.
Varias se encuentran en el proceso de tonificar sus músculos. Otras llegan a la pista con puntualidad, tras un día en la oficina. No faltan las que atienden a sus hijos y luego se dedican una u dos horas de entrenamiento mientras algunas, aunque llueva, cumplen con sus jornadas cardiovasculares convencidas de los beneficios a su salud.
En la pista atlética de Río Grande calientan y se estiran; entrenan en velocidad y fondo; y suben pendientes. Transcurren las semanas y los cambios son evidentes: libras que se fueron y una sensación de bienestar y energía general que redunda en una cotidianidad más productiva.
“Una se siente más relajada y más en control. Ha sido de mucho beneficio para mí. He perdido alrededor de diez libras desde que empecé de lleno en enero pasado. He visto el cambio en mis piernas, brazos y en mi resistencia”, dijo Joyce Díaz, de 39 años y madre de dos niñas, de 15 y 13 años.
Su compañera Abdda Lebrón, de 47 años, llegó fuera de forma y, soportando el dolor del ejercicio y los primeros días de poca resistencia pulmonar y cardiovascular, ya impresiona con su ‘delivery’ en el carril de las repeticiones.
“El cambio ha sido del cielo a la tierra. He mejorado mucho. Llegué a pesar alrededor de 260 libras. He podido hacer carreras largas de nueve millas que no podía hacer antes”, testificó Abdda, residente en Canóvanas y madre de tres jóvenes.
Otra mujer que corre por una mejor calidad de vida es Damaris Méndez, quien diariamente llega a la pista de madrugada. De 40 años, afirma que originalmente entrenó como terapia para sobrellevar la pérdida de su empleo. Tras dos años de entrenamiento, hoy afirma que es feliz. “Me levanto a las 3:45 a.m. y llego a la pista. Luego estoy lista para bregar con mis tres hijos y mi esposo”, dijo la supervisora de contabilidad de una institución bancaria.
Los costos de las sesiones de entrenamiento son solo $30 al mes, con prácticas de lunes a jueves en la pista [viernes libre] y sábado en rutas alternas.
“El día sale como en .80 centavos”, dijo Ángel ‘Pipa’ Vizcarrondo, quien entrena a las señoras, recreativamente y para competencias, con la ayuda de su esposa Belinda Monge.
“La persona nos dice sus necesidades y lo que desea y se busca un entrenamiento que se acomode a su perfil”, indicó Monge.
El importe incluye rutinas de ejercicios, supervisión, orientación en técnicas de respiración, consejos para un mejor desempeño, orejitas alimentarias, posturas correctas y cómo mover las piernas y los pies para evitar espasmos en la espalda y los talones, cansándose menos.
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