Apóstol Wanda Rolón
Después de grandes victorias el “des” toca la puerta y no se le puede permitir la entrada.
“Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará.” Deuteronomio 31:6
Dios anhela de nosotros que lleguemos al punto donde hayamos sido transformados, hayamos crecido y madurado, donde nada nos haga sombra, nos moleste, nos increpe o nos detenga.
Uno de los principales motivos por los que llega el desánimo es para destruir nuestras emociones y evitar que alcancemos todo lo que Dios ha dicho.
El enemigo quiere detener el cuerpo de Cristo con el desánimo.
El enemigo usa el desánimo para paralizar el cuerpo de Cristo. Él sabe que un pueblo animado y esforzado siempre obtendrá buenos resultados.
Los niveles de fe bajan cuando estamos expuestos a otras cosas que no sean la palabra de Dios. El mundo es experto en desanimarnos y robarnos la fe para que tengamos la razón y no la convicción. La fe no se razona, la fe es. Y sin fe es imposible agradar a Dios, ni se puede vivir.
No podemos vivir desanimados. Tenemos que animarnos nosotros mismos y dejar a un lado la conmiseración y la lástima.
Si hay un pueblo desanimado no hay victoria y no se edifica a nadie.
Causas del desánimo:
- Falta de comunión con Dios. Es necesario la palabra de Dios en nosotros ya que es vida dentro de nosotros.
- Fijar nuestra atención en las cosas negativas en lugar de en las cosas buenas
- Crisis, luchas y batallas
- Comentarios negativos de las personas
- Amargura
- Críticas
Para no caer en el desánimo hay que vivir mirando a Cristo y no tener en poco lo que hacemos para Él.
Hay que creer que estamos en movimiento y Dios tiene algo mucho mejor para nosotros. Con Él todas las cosas son posibles.