Por: Anita Bou
¿Para qué decir que no se puede si ni siquiera lo has intentado? ¿Para qué mirar de lejos lo que puedes alcanzar de cerca?
El rendirte ante las promesas que Dios te ha dado ni siquiera deberías considerarlo como una opción.
El peor enemigo de un triunfador es cruzarse de manos cuando el desafío toca a sus puertas para promoverle a un mayor grado de confianza.
Hoy, atrévete a levantar tus manos y proclama la victoria, que te pertenece por herencia.
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” – Filipenses 4:13