Luis Figueroa Martínez
Pastor Fundador
Iglesia de Jesucristo Espada de la Victoria, Inc. – Luquillo
En el Evangelio según Juan 11:1-43, la Biblia recoge una de las historias más conocidas por todos. Se trata probablemente del milagro de mayor visibilidad que hizo Jesús: la resurrección de Lázaro, su amigo. En resumen, este hecho histórico y verídico comienza cuando Lázaro enferma (11:2); le envían un mensaje a Jesús de lo que estaba pasando (11:3); Jesús hace una promesa de que Lázaro no iba a morir (11:4); Jesús emprende el viaje para ir a ver a Lázaro (11:10-11); Lázaro muere (11:13-15); Jesús llega cuatro días después que habían enterrado a Lázaro (11:17-19); Jesús reafirma su promesa de que Lázaro iba a vivir (11:23-25); Jesús confronta la incredulidad de Marta la hermana de Lázaro (11:24-27); Jesús pregunta dónde habían sepultado a Lázaro (11:34); Jesús se conmueve profundamente y llora (11:35); Jesús ordenó que abrieran el sepulcro de Lázaro (11:38-39); Jesús vuelve a confrontar la incredulidad (11:40); Jesús resucita a Lázaro (11:41-44).
¿Se dio cuenta de algo? Bien sencillo: lo que Jesús promete se cumple, no importa lo que nosotros hagamos con esa promesa o lo que estemos viendo que ocurre con lo que él prometió. Desde un principio, Jesús había determinado claramente que su amigo Lázaro no iba a morir. Al contrario, había prometido que la gloria de Dios se iba a ver a través de esa enfermedad. No obstante Marta, María, los discípulos de Jesús, los fariseos y todas las amistades y amigos que estaban allí decían lo contrario. Todos y todas se dejaron llevar por lo que veían y no hicieron caso a lo que Jesús había prometido que iba a ocurrir. Pusieron su mirada en lo natural y hasta comenzaron a razonar y reinterpretar la promesa de Jesús para acomodarla a las circunstancias del momento. Como no podían ver la promesa, recurrieron a un plan B: en lo que Jesús llega, vamos a enterrar a Lázaro, porque está muerto.
Contrario a lo que muchos puedan pensar, Jesús no falló en lo que prometió. Desde un principio Jesús dijo que Lázaro no iba a morir y, en efecto, eso se cumplió. Lo que pasa es que por nuestra falta de confianza en él quitamos nuestra mirada de lo que prometió y hasta nos hacemos de un plan B, por si acaso. ¿Te ha prometido Dios algo y ves que se está muriendo? No te desanimes. No entierres esa promesa. La fe no tiene plan B. Lo que Jesús te promete, Jesús lo cumple, aunque tenga que resucitarla y sacarla del sepulcro donde la hemos puesto.