Por: Juan Fernando Cruz Torres,
Conferenciante internacional, Autor & Empresario
Algunos expertos en conducta humana aseguran que ante las situaciones de peligro extremo y crisis, los seres humanos tenemos la tendencia a reaccionar de una de tres maneras: FLIGHT-Huir, FREEZE– Paralizarnos, y FIGHT-Pelear.
Según dichos expertos, cuando las personas se sienten incapaces de resolver una situación o perciben que su bienestar o vida corren peligro, huyen o FLIGHT. Hemos sido testigos de la cantidad de gente que ha salido del País producto de las circunstancias y de tener la impresión de no poder o querer lidiar con ella.
Por otro lado, encontramos a los que ante ese mismo panorama o escenario, se congelan o FREEZE y no saben qué hacer ni tampoco se atreven a hacer nada. Muchos, presas del miedo y la confusión, piensan que lo mejor que pueden hacer para conservar su vida y seguridad es no hacer nada o sencillamente se sienten impotentes ante la crisis o el reto que tienen por delante y quedan paralizados.
El último grupo lo componen los que deciden pelear-FIGHT o encarar la situación. Cuando hablamos de pelear, no necesariamente es en el sentido literal, aunque a veces todos hemos tenido que en algún momento de nuestras vidas que hacerlo. Más bien me refiero a crecernos poniéndonos a la altura de las circunstancias.
Los mejores líderes, aunque están conscientes de que hay momentos que lo mejor que puede hacer es no hacer nada, tienen la tendencia a crecerse y a la acción. Muestran una predisposición a asumir responsabilidad, a pararse en la brecha y pagar el precio que haya que pagar con tal de que se solucione el o los problemas que le aquejan o afectan a él y/o a su gente. Por lo general, no se sientan a esperar que otra persona o entidad le resuelvan sus asuntos.
Claro está, esto requiere de parte del líder fe, determinación y capacidad de persuasión (no de manipulación) para llevar a cabo esfuerzos coordinados y colaborativos que potencien la sinergia. La palabra de Dios nos exhorta: «Esfuérzate y sé valiente, no temas ni desmayes».
Para quienes tienen algunas canas o se le ha caído un poco de pelo, hemos aprendido que, por lo general, una crisis es una oportunidad disfrazada de adversidad. Y que aprendemos y crecemos más en tiempos de crisis que de abundancia. Me gustan las palabras de José de Diego cuando dijo: “A fuerza de cruzar los mares, tengo mi frente acostumbrada al viento”.
A veces, el estar por demasiado tiempo viviendo en la burbuja de la abundancia, la seguridad y el confort, nos hace perder la justa perspectiva de la vida y reconocer que hay mucha gente que necesita de nosotros. Disponernos a ayudar a otros nos hará mucho bien. En palabras de Helen Keller: “El esfuerzo desprendido por llevar alegría a otros, será el comienzo de una vida más feliz para nosotros mismos”.
Recordemos que no somos ni la primera ni la última generación que ha enfrentado crisis y que, haciendo lo correcto, las han superado sin tener que empeñar su dignidad. Tenemos la capacidad y la responsabilidad de transformar la frustración e indignación en acción y en soluciones. La realidad es, que las crisis han estado con nosotros desde tiempos inmemoriales. La clave está en la interpretación que le demos a éstas y la actitud que asumamos ante ellas.
El magnate de los bienes raíces en EE. UU. Donald Trump, dijo: «Hay momentos en la vida en que tienes que estar dispuesto a sacar la cara por tí mismo». La palabra de Dios nos exhorta: «Esfuérzate y sé valiente, no temas ni desmayes».
Te exhorto a que aceptemos el consejo Divino que nos dice: «Clama a mí y Yo te responderé y te revelaré cosas grandes y maravillosas que tú no conoces».La realidad es, que si seguimos esperando cada 4 años a que lleguen las elecciones para castigar a quienes no lo han hecho bien, esperando a ver hacia dónde sopla el viento y en el ínterin no hacer nada, eso no es suficiente y nos convierte en parte del problema.
Reúnete, busca y ofrece orientación y disponte a ayudar a otros y te aseguro que serás y te sentirás más feliz y más dichoso.