Luis y Brenda Figueroa
Pastores Fundadores
Iglesia de Jesucristo Espada de la Victoria, Inc. – Luquillo
En la segunda parte de este escrito vimos que la incredulidad fue lo que, en esencia, no permitió que los discípulos de Jesús pudieran disfrutar el momento más glorioso de la vida y ministerio de nuestro amado Señor y Salvador: su resurrección. Vimos también como la incredulidad produce pensamientos incoherentes (llamar a Jesús un fantasma – Lucas 24:37) y hasta tener miedo (v.37). Sencillamente, los discípulos de Jesús no podían creer que Jesús hubiese vencido la muerte y que estuviera allí de pie en medio de todos ellos. Aun a pesar de que lo veían y hablaban con él no pudieron asimilar lo que pasaba, razón por la cual Jesús tuvo que recurrir a las heridas de sus manos y pies para convencerlos de que era él quien estaba allí y hablaba con ellos (v.39).
Algo que llama la atención es el hecho de que cuando Jesús se encontraba en medio de personas que no creyeron que él había resucitado, en vez de hablar y pelear por su “testimonio” les pidió que miraran sus huellas o marcas en su cuerpo. En otras palabras, Jesús les dijo que las huellas de su pasado daban testimonio acerca de su presente. ¿Sabes algo? A todos nos va a llegar ese momento. Sí, ese momento en que alguien se va a levantar a cuestionar tu testimonio, a cuestionar tu proceso, a cuestionar si eres o no eres y a cuestionar lo que haces y cómo lo haces. En nuestra vida es normal que eso suceda siempre que existan seres más humanos que espirituales que necesiten “ver para creer”. Ese día va a llegar, que no te quepa la menor duda.
Lejos de defender su honra Jesús los remitió a todos al proceso y experiencias vividas. Jesús no tuvo temor ni vergüenza en exponer sus heridas. No las escondió ni vivió de apariencias. Tampoco las exageró. Dejó que sus heridas o huellas del pasado dijeran a todos que para lograr la consumación del plan perfecto de Dios (la resurrección) era necesario pasar por el proceso de ser lastimado, herido. Cada marca, cada huella, cada cicatriz en el cuerpo de Jesús lo acercó más y más a su propósito. ¿Te imaginas lo que pudo suceder si Jesús hubiese escondido las huellas de su pasado? ¿Hubiese impactado a la gente como sucedió? Y tú, ¿escondes las tuyas?
Deja que las huellas de tu pasado hablen de tu presente.