Por: Elizabeth Blanc
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“No hay amor mas sincero que el amor a la comida”
George Bernard Shaw
Existen diferentes motivos por los que los viajeros eligen su próximo destino a visitar, algunos se basan en las temporadas del año, y otros en el tipo de comida que se degusta en el país. Los viajes gastronómicos no suponen solo visitas a restaurantes, sino que abarca una gama de experiencias como participación de ferias locales, catas de vinos o cervezas.
República Dominicana es uno de los destinos caribeños reconocidos por su ofrecimiento culinario. Santo Domingo ha sido reconocida como la “Capital de la Cultural Gastronómica del Caribe” por segundo año consecutivo. La esencia de este país radica en la interesante combinación de los sabores criollos, sus legados europeos y africanos. Cada polo tiene sus propias especialidades influenciadas por la cultura de la región como las rutas del cacao, café y visitas a destilerías de ron.
Santo Domingo es el mejor lugar para descubrir la cocina dominicana, según la reconocida chef Marte, poseedora de dos Estrellas Michelin, (es una forma de calificar a los restaurantes de acuerdo con la calidad, la creatividad y el cuidado que tienen con los platos que sirven). La chef, nativa de República Dominicana, recientemente inició un proyecto solidario en una escuela de cocina para amas de casa sin recursos.
Por otro lado, el plato nacional de República Dominicana se conoce coloquialmente como la Bandera: compuesto de arroz, habichuelas, carne, aguacate y el eterno acompañante el plátano, ya sea maduro o en tostones. El sancocho dominicano es un derivado del cocido español y cada región tiene su estilo e ingredientes particulares para confeccionarlo. Los hay de siete carnes, de habichuelas y hasta de mariscos. Es un plato respetado y respetable. Con su eterna sonrisa y su hablar pausado la chef Marte enfatizó que quien quiera degustar un interesante pescado con coco. Samaná es el rincón para visitar, debido a lo abundante de ese fruto en aquel litoral. Con coco toda rima espectacular ya sea la langosta, los jueyes o los camarones.
Puerto Plata, reconocida como la novia del atlántico, se adjudica la paternidad de las arepitas de yuca y el exquisito casabe que se dejan acompañar con su depurado café. En la jerga dominicana se le conoce al cabro como chivo y son unos maestros en su confección. Es muy cotizado el chivo de Azua y el chivo de Montecristi, cuentan con un sabor peculiar porque en su alimentación el animal ingiere el orégano silvestre que condimenta su carne. El locrio dominicano o moro, según sus palabras, es un eslabón perdido de la paella. Cuenta la historia que las Damas de la Corte vinieron en la época del conquistador y sustituyeron los ingredientes de la paella española adaptando la receta a los condimentos que encontraron. Está considerado el plato mas versátil, ya que con ingenio -un poco de arroz y lo que aparezca- se complace al más exigente comensal. Los Johnny Cakes (de la familia de las arepas) y el mangú -ese puré de plátanos verdes tan codiciado a cualquier momento, especialmente en el desayuno- acompañado con huevos fritos, salami y cebollita morada lo aportaron los inmigrantes de las Islas de Sotavento.
En Semana Santa no falta en la mesa del dominicano las habichuelas con dulce, confeccionadas con un puré de habichuelas, leche de coco, pasas y algún otro ingrediente secreto que se ingenian en agregar. La cocina dominicana está llena de sabor, fuerza y personalidad. Quien visite República Dominicana debe probar además sus rones, sus cervezas, dulces criollos, la mamá Juana (una mezcla de licor e hierbas), sus chocolates y por supuesto su gran variedad de frutas y vegetales producto de sus fértiles campos y el ferviente amor del dominicano a la agricultura, mencionó la chef.
Visitar República Dominicana, más allá de ser un viaje gastronómico, es experimentar el mestizaje a través de cada receta confeccionada con su toque cultural y la influencia internacional en cada plato.