CAROLINA – El Estadio Roberto Clemente Walker abrió sus puertas para acoger a 30 niños, entre los 5 a 15 años, con sus perritos-mascotas en un singular evento que este año cumple nueve años de ofrecerse al público carolinense: el CAN-Pamento.
Los entrenadores a cargo del buen funcionamiento del CAN-Pamento son Giovanna Álvarez y Javier Santiago, un matrimonio muy acoplado, amante de los canes y de los niños, que se desvive por activar este concepto de interacción entre el niño y su mascota con éxito.
“El CAN-Pamento es un concepto innovador que ya se ha convertido en uno de los campamentos de verano más solicitados en la Ciudad; y forma parte de la más de una docena de ofrecimientos de verano que brinda el Municipio. Allí, perros grandes, medianos y pequeños sin importar la raza, comparten el verano de manera divertida y educativa con sus dueños”, destacó el alcalde de Carolina, José Carlos Aponte.
Fotogalería
Los predios del Estadio ofrecen el lugar ideal para el desarrollo del CAN-Pamento, que se activa de lunes a viernes, de 8:00 a.m. a 3:00 p.m.
La sesión matutina comienza con una vuelta al Estadio de parte del niño con su perro “para bajar revoluciones de ambas partes. Se les enseña a caminarlos sin halarlos o maltratarlos, y teniendo siempre control de la mascota a través de su correa.
Terminada la caminata, los niños meriendan mientras las mascotas se refrescan en una piscina inflable, pues el calor húmedo es intenso. De 10:00 a.m. a 11:00 a.m. es la hora de juegos y competencias. Los perritos brincan obstáculos con barras, conducidos por sus dueños.
De 2:00 p.m. a 3:00 p.m. arman la rutina de ejercicios en preparación para el día final, con la premiación de los canes y los niños, y la toma de fotos como regalo a los padres por haberlos matriculado.
Este año se matricularon dos perros de tamaño mediano que fueron adoptados del Centro de Control de Animales: Hércules y Zeus. El primero llegó tímido pero ya comenzó a soltarse, y ambos brincan las vallas de obstáculos llenos de vitalidad y entusiasmo.
Mookie es un satito hermoso de cinco añitos color canela, y Paola, su dueña, comenta orgullosa que este es su cuarto año en el campamento. Mookie está muy bien entrenado y brinca las vallas con energía. “Al principio no hacía caso, pero ahora en casa es obediente y siento una conexión especial con mi perro”, dice.
Los schnauzers no son los perros más obedientes del mundo, pero Lucas, un perrito gris de tamaño mediano, es caso aparte. Con un año y medio, su dueño Sebastián lo llevó de la amarra y brincó todos los obstáculos sin inmutarse, incluso el más alto.
También asistió el dachshund Napo, de tres años, “muy obediente”, según aseguró su dueño Keyrán; y Peluche, un shih-tzu del que su dueña Paola Kristal asegura que “es un vago”, pero con todo, “está brincando hoy”, dijo.
Cabe destacar que durante el programa de actividades, los niños participantes reciben los cursos de Obediencia Básica y al final de la experiencia de un mes, presentan un “Dog Show” donde demuestran todo lo aprendido a sus padres y amigos.
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Programa de entrenamiento
Los predios del Estadio ofrecen el lugar ideal para el desarrollo del CAN-Pamento, que se activa de lunes a viernes, de 8:00 a.m. a 3:00 p.m.
La sesión matutina comienza con una vuelta al Estadio de parte del niño con su perro “para bajar revoluciones de ambas partes. Se les enseña a caminarlos sin halarlos o maltratarlos, y teniendo siempre control de la mascota a través de su correa.
Terminada la caminata, los niños meriendan mientras las mascotas se refrescan en una piscina inflable, pues el calor húmedo es intenso.
De 10:00 a.m. a 11:00 a.m. es la hora de juegos y competencias. Los perritos brincan obstáculos con barras, conducidos por sus dueños.
De 2:00 p.m. a 3:00 p.m. arman la rutina de ejercicios en preparación para el día final, con la premiación de los canes y los niños, y la toma de fotos como regalo a los padres por haberlos matriculado.