Livio Ramírez
Ministerio Dios Habla Hoy
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Muchos dudan de la existencia de Dios porque no pueden verlo; sin embargo, no vemos el aire, pero sabemos que existe pues sin él no podemos vivir. La fuerza de gravedad no se ve, pero existe. El temor tampoco se ve, pero sabemos que existe porque lo sentimos. En estos tiempos en que ha ocurrido un cambio adverso en la economía mundial, surge una de las mayores preocupaciones del ser humano: temor sobre su estabilidad financiera. Temor para no poder satisfacer las necesidades básicas. Pero no olvidemos las palabras del apóstol Pablo: Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. (Fil. 4:19)
Existe también temor a las enfermedades, a los asaltos, a los accidentes, y a otros crímenes. Y muchos viven atemorizados de las desgracias y a las tragedias que pueden ocurrir. Uno de los mayores temores que siente el ser humano es a los terremotos o a los temblores de tierra. Éstos han ocurrido siempre. La Biblia menciona varios terremotos. En la época de Usías y de Jeroboam, Judea sufrió un terrible terremoto. En el año séptimo de Herodes el grande hubo otro gran sismo que causó la muerte de más de 10,000 personas. Un terremoto acompañado de tinieblas marcó la muerte de Cristo. Y otra sacudida similar señaló su resurrección. Otro terremoto tuvo lugar en Macedonia mientras Pablo y Silas estaban en la cárcel de Filipo. Se anuncia también una serie de terremotos, entre otras señales del retorno de nuestro Señor Jesucristo.
En los tiempos actuales existen puentes que se caen, autopistas que se parten y quedan intransitables, edificios de pisos altos que pueden derrumbarse; sistemas de suministros de agua y de electricidad que pueden colapsar; sistemas de comunicaciones que pueden quedar fuera de servicio en caso de terremotos. Todo esto puede atemorizar al ser humano; pero siempre existe una esperanza para el que confía en Dios. Es Satanás el que siembra temor y miedo en nuestras mentes; así que no le demos lugar a él para levantarse contra nosotros. Pongamos nuestra confianza en el Dios Todopoderoso que nos dice: No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. (Is. 41:10) Cuando está oscuro no podemos ver el sol; tan pronto amanece, lo volvemos a ver. Así es cuando estamos pasando por pruebas y aflicciones: en medio de las circunstancias parece que no podemos ver la mano de Dios obrando; pero sabemos que Él está en su trono, y que la prueba y la aflicción pasarán. Cuando confiamos en Él su gracia, su misericordia y su mano nos alcanzará. Por eso el escritor de la Epístola a los Hebreos nos exhorta: Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. (Heb. 4:16)