Apóstol Nayda C. Venegas Brown y pastor Ramón G. Ortiz Pizarro
Iglesia Tabernáculo de Restauración Monte Sion, en Loíza
“Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará Dios. Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad”. – Eclesiastés 11:9-10 RVR1960 –
Comienza el consejo de Salomón, el rey más sabio sobre la tierra, con una sola directriz que resume todo lo que vamos a hablar en este momento:
“¡Alégrate joven!”
En la mayoría de ocasiones en que se menciona la juventud, viene rápidamente un pensamiento: «falta de madurez» o «inexperiencia». Creo que estás cansado o cansada, joven que me lees, de que te digan: «tú no sabes o tú no puedes porque eres joven”.
Pero, ciertamente, la palabra de Dios te dice: “¡Alégrate!”
Estás en este momento especial de tu vida donde se abre la puerta del
conocimiento y nuevas experiencias que formarán tu carácter llegan a tu vida. No
te preocupes en brincar etapas, en saber más que nadie para aparentar madurez, ya
que eso es algo que, a su debido tiempo, formará ese ser único y especial que
llegarás a ser. Tus experiencias vividas moldearán cada día tu vida de una
forma u otra, pues es algo que nunca aprenderás el algún libro, red social o aplicación.
Las experiencias y madurez vendrán como consecuencias directas de tus
decisiones, sean estas malas o sean estas buenas, todas estas tendrán un
impacto en tu vida.
Por tal
razón, nunca debes tomar decisiones fuertes cuando estés molesto o triste, ya
que tu mente no está clara para crear un plan de acción que sustente esa
decisión y sus consecuencias para tu vida.
Ves que la Palabra dice en una de sus partes: «y anda en los caminos de tu
corazón y en la vista de tus ojos; pero sabes, que sobre todas estas cosas te
juzgará Dios».
Nos revela que tendrás la oportunidad de hacer lo que quieres hacer y tendrás
los momentos para tomar tus decisiones, pero por estas mismas decisiones te juzgará
Dios. O sea, que tendrás el fruto de lo que tú mismo decidas hacer, pero para
toda tu vida.
Me imagino que te has encontrado, alguna vez, con personas que llevaron años en
prisión, en deudas fuertes o cometieron actos que no debieron. Si les preguntas
qué cambiarían en sus vidas, la respuesta es la misma: «Si pudiera, volver
al pasado o a cuando era joven y pensar bien las cosas para no tomar esa
decisión», ya que eso marcó sus vidas para siempre y Dios los juzgó por
eso.
La última parte de esta Palabra te dice: «quita, pues, de tu corazón el
enojo, y aparta de tu carne el mal; porque la adolescencia y la juventud son
vanidad».
Es un resumen, de todo lo antes expuesto y en lo que se basa este consejo: ¡disfruta
tu vida! Alégrate, pero toma buenas decisiones, sé inteligente cuando hagas
algo y piensa siempre en las consecuencias de tus actos, no solo para ti, sino
para toda tu familia y amistades.
Aléjate del mal, de las personas que sabes que no están en buenos pasos, porque
la juventud y la adolescencia pasarán, ese tiempo terminará, pero entrarás a
una nueva etapa de madurez en la cual con tus actos serás el ejemplo a seguir
para los niños que te rodean y que querrán ser como tú, ¡dales un buen
ejemplo!
Busca a Dios en tu juventud.
Estudia, canta, juega, disfruta, vive, pero siempre tomando buenas decisiones y alejado de lo malo, sin brincar las maravillosas etapas que Dios tiene preparadas para ti.
¡Que Dios te bendiga siempre!