Elizabeth Blanc
eliblanc787@gmail.com
La invitación recibida de la Oficina de Turismo de Republica Dominicana a esta escriba leía… “Ven a conocer los encantos de los Azules Profundos del Sur Dominicano”. No se diga más; siempre había deseado conocer esa hermosa parte de Quisqueya de que tanto había escuchado. “Esta área se está posicionando como uno de los destinos más espectaculares para el viajero que quiere un encuentro cercano con la naturaleza y en armonía con el ambiente sin ingredientes artificiales”, nos manifestó entusiasmada su simpática directora ejecutiva, Berónica García.
Tempranito en la mañana aterrizamos en Santo Domingo, Ciudad Primada de América. Siempre es un gusto pasearse y regodearse por sus calles llenas de historias y leyendas. Recorrerla despacito tomándose un cafecito o una cerveza presidente en el bar del hotel Conde de Penalba a la vera de su catedral Santa María de la Encarnación. La foto es de rigor. Así como también perderse por la calle del Conde siempre apertrechada de excelentes tiendas con emblemáticos ‘souvenirs’, típicos restaurantes y simpáticos personajes. Por doquier se atisba el Mar Caribe circunvalando el malecón con sus parques, museos, hoteles y monumentos. El Hodelpa Novus Plaza Hotel fue nuestra casa fuera de casa. Altamente recomendado con precios bien accesibles, depurado servicio y excelente localización en el corazón de la calle del Conde. Más información en www.hodelpa.com/novus-plaza.
De sus azules profundos
Carlos Romero (alias El Príncipe), nuestro guía, ya nos había advertido que tendríamos un recorrido de seis horas, pero admirando tanta belleza de aquí y de allá el tiempo se nos hizo un “chin”. La vista panorámica de sembradíos en flor, los friquitines con cantidad de frutas, dulces típicos y mangos, la cotidianidad de un pueblo trabajador abono con creces a la enriquecedora experiencia. Seis provincias: San Cristóbal, Peravia, Azua de Compostela, Barahona, Neiba, y Bani salieron a nuestro encuentro por la región donde se lanzó el primer grito de libertad en los cielos de América.
Y llegamos por fin al paraíso. Pedernales, conocido por sus riquezas naturales en las que se puede disfrutar de hermosas playas como la de Cabo Rojo todas en estado virginal y en pleno contacto con la más exuberante naturaleza que te puedas imaginar. Los mariscos frescos de ese litoral complacen los paladares más exigentes. Cuenta con excelentes alojamientos para todo presupuesto, no obstante, destacan por su servicio y hospitalidad: el hotel Rancho Bahía de Águila y Eco del Mar, que ofrecen alternativas de casetas de campanas o la innovadora oferta de lujo conocida como “glamping”. Desde allí se accede vía marítima a Bahía de Las Águilas -una de las maravillas de República Dominicana -conocida mundialmente por sus playas cristalinas, arenas blancas y un paisaje de rocas con una vista desde lo alto que proyecta la forma del águila. Forma parte del Parque Nacional Jaragua y fue declarado Reserva Mundial de la Biosfera por la UNESCO.
Nuestra siguiente parada fue en Barahona en donde se puede tocar el cielo, nos indicaba nuestro guía, donde, además, plantó su dominio la cacica Anacaona y persiste la leyenda del indómito Enriquillo como símbolo de la rebelión del indígena contra la injusticia del blanco. Las playas de Barahona, Saladilla, San Rafael, Los Patos (donde desemboca el río más corto de las Antillas, según el Récord Guinness) circundan la península con mares de poco fondo que resultan magníficos criaderos de peces y crustáceos. Es una zona muy rica propia para el ecoturismo junto a La hoya del Lago Enriquillo de cuya superficie que se encuentra a unos 30 metros sobre el nivel del mar emerge la Isla de Cabritos- parque nacional donde conviven poblaciones de flamencos, iguanas y cocodrilos. La Laguna de Oviedo en el Parque Nacional Jaragua es el lugar recomendado para los observadores de vida y fauna silvestre.
Y así al son cadencioso de la bachata llegamos a BANI, conocida como la capital del sur y famosa por la calidad de sus mangos. En lengua taina “Bani” significa abundancia de agua. Ofrece una variedad gastronómica en la que predominan los dulces típicos. Es imperativo visitar Las Dunas de Bani- acumulaciones de arena generadas por el viento de forma natural que se extiende por unos 15 kilómetros de largo y unos 35 metros de altura. Se recomienda, además, visitar Las Salinas, mina donde se extrae la sal para su preparación y distribución. Al pasito, embriagada de los azules profundos, los sabores de la buena mesa dominicana y la sonrisa contagiosa de los quisqueyanos me regresé a Borinquén pidiéndole a la virgen de la Altagracia que me permita regresar.
Para más información consulta siempre a tu agente de viajes y/o www.godominicanrepublic.com.