Norma Pantojas
Son muchas las mujeres, que viven sufriendo por una experiencia pasada, bien sea porque ellas cometieron algún error o porque alguien las rechazó, las abandonó o les hizo daño. El hecho de vivir aferradas al dolor ocasionado por ese incidente del pasado les retrasa su desarrollo espiritual, emocional y físico. Nadie puede ser feliz ni superarse quedándose estancado o estancada en el pasado. El camino que ya pasamos no lo podemos volver a recorrer.
La superación se logra moviéndonos a actuar de una manera eficaz hacia eso que queremos lograr, pero si caminamos mirando para atrás para ver lo que pasó y nuevamente saborear la amargura que nos hizo daño, lo que que hacemos es atrasarnos. El quedarnos suspendidas en el momento doloroso de un incidente pasado, no permite que seamos felices en el presente ni en el futuro. Es como si el reloj de su vida se hubiera detenido en una época o como si la persona se hubiera congelado en el tiempo sin poderse mover ni cambiar de posición. Mantenerte rumiando las experiencias amargas del pasado no sólo te aflige sino que, además, estropea tu existencia y la de aquellos que se relacionan contigo. Para dejar ese pasado atrás y poder decir con libertad: «Lo que pasó, pasó…», necesitas desarrollar una vida espiritual saludable, pues esto es lo único que nos garantiza una vida emocional plena en la que reconocemos nuestro valor, independientemente de los errores que podamos haber cometido, ni del abandono o el rechazo que hayamos experimentado a lo largo de nuestras vidas. La madurez espiritual nos permite dejar atrás lo que nos hizo daño para llegar a disfrutar de un presente con nuevas experiencias, en el que podamos tomar las buenas decisiones que nos construirán un futuro exitoso. Cultivar la sanidad emocional es el antídoto contra la amargura, el odio, la depresión y toda emoción negativa que seguro nos llevará a la muerte en vida.
¿Cuándo podemos decir que tenemos sanidad emocional? Sabemos que estamos emocionalmente sanas cuando aprendemos a aceptar lo que no podemos cambiar y estamos dispuestas a trabajar lo que sí podemos transformar. Disfrutamos de sanidad emocional cuando reconocemos que en la vida nos podemos equivocar, sin caer en el horror de justificar nuestros errores aludiendo a nuestra débil naturaleza humana. Por el contrario, debemos usar nuestra humanidad creada a imagen y semejanza de Dios, para ser capaces de superarnos por encima de las circunstancias, para hacer cambios en nuestra manera de pensar a favor de nuestra manera de vivir y para esforzarnos por alcanzar siempre lo excelente. Aunque en el principio Dios creó al ser humano perfecto, en el momento en que Adán y Eva cedieron a la tentación, le abrieron la puerta a la imperfección y al pecado. Por eso la Palabra destaca que por la desobediencia de un hombre entró el pecado, pero por el sacrificio de otro, que se llama Jesucristo, entró la salvación.
Si quieres ser feliz, deja atrás el pecado de la desobediencia que Adán y Eva cometieron y enfócate en la esperanza que surgió cuando Jesucristo murió en la cruz por ti y por mí. Esa esperanza nos llena de aliento y nos dirige a extasiarnos en los buenos sentimientos y acciones con los que podemos trabajar hoy para lograr un buen presente que se convertirá en nuestro futuro. ¡Trabaja con lo que puedes cambiar, tu presente!
Norma Pantojas DCC, MC #0981
Consejera de Familia
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