Todavía muchas empresas comparten la convicción de que la protección del medio ambiente representa un costo para sus negocios y que incluso podría ponerlos en desventaja frente a sus competidores. Algunas ya entendieron que en el nuevo entorno competitivo y ante una creciente escasez de recursos como la energía, el agua e incluso de algunas materias primas, el uso eficiente de estos recursos representa menores costos y además puede traducirse en oportunidades de innovación y de negocio, mayores ingresos y ventajas competitivas.
La ecoeficiencia es un concepto muy básico que implica un manejo eficiente de las materias primas, la electricidad y el agua, con el objetivo de reducir el desperdicio que prevalece en los patrones de producción y consumo alrededor del mundo. La introducción de la ecoeficiencia en los modelos de negocio requiere un sistema de medición para asegurar que los insumos productivos minimizan tanto el desperdicio por unidad de producto como las emisiones sólidas, al aire o al agua.
Muchas empresas han tenido que adoptar estas prácticas por necesidad, ya que enfrentan altos costos de la energía o una baja disponibilidad de agua, y a veces escasez de algunas materias primas.
Según un estudio de André Diederen, sin cambios radicales, la producción de muchos productos de consumo masivo, como los teléfonos celulares, las pantallas de televisión y las computadoras pronto se verá afectada por la escasez de algunos metales como indio y el tantalio. Otros metales que empiezan a escasear y que afectarán las herramientas que producen masivamente productos como los autos, trenes, aeroplanos incluyen al molibdeno y al tungsteno así como al níquel, al cobalto y al cobre.
La ecoinnovación va un paso más allá que la ecoeficiencia, ya que requiere una perspectiva más comprensiva que incluye desde el diseño (o rediseño) del producto y una estrategia de marketing ambiciosa hasta acciones a lo largo de la cadena de valor. Este último es uno de los retos más importantes que enfrentan las grandes empresas (en especial de las multinacionales), pues implica una labor de colaboración con cientos o miles de proveedores, muchos muy diversos, para asegurar que los insumos de producción y los componentes son ecoeficientes.
En el caso de países como México, el enverdecimiento de la cadena de valor ofrece una oportunidad para mejorar la productividad, pero implica el desarrollo de capacidades, pues muchos proveedores son pequeños y medianos.
Hoy, empresas como Walmart y FEMSA ya contemplan estrategias para el fortalecimiento de las competencias de sus proveedores más pequeños mediante programas para mejorar la eficiencia energética y el manejo de residuos y reducir la huella hídrica y de carbono.
Las empresas que asuman la ecoeficiencia y la ecoinnovación, además de mejorar su productividad, podrán reducir los riesgos asociados con cambios regulatorios, pues los países se verán obligados a introducir leyes más estrictas para enfrentar los retos del cambio climático, del deterioro de los ecosistemas y la escasez de los recursos. (CyberNews)