Ángel Resto
Vivimos tiempos difíciles donde las personas, por diversas situaciones que la vida le ha presentado, han dejado de estar alegres. Su sonrisa se ha borrado de sus caras y han perdido la esperanza. Problemas de ansiedad, depresión, enfermedad, soledad, problemas económicos, en fin, tantas cosas que pudieran estar robando la alegría, la esperanza y la paz de la gente.
Es por eso que te escribo a ti para hacerte una invitación especial al taller del maestro (Jesucristo). Ese es el mejor terapeuta, el que ha prometido darte alegría, esperanza y paz en medio de tu dificultad.
Filipenses 4:4 dice: “Regocijaos en el Señor siempre”. Otra vez digo: ¡Regocijaos! (Biblia Reina Valera 1960). Regocijo quiere decir alegría muy intensa, es mucho más que alegría y lo mejor es que el maestro Jesucristo no las regala; esa alegría, esperanza y paz es gratis para ti y para mí. Es gratis para todo aquel que junte sus manos y en un clamor le pida a el que se encargue de sus asuntos. Por eso, una vez más te invito a que vengas al taller del maestro.
El apóstol Pablo en su carta a Éfeso les exhorta con mucho entusiasmo “Regocíjense en El Señor, Siempre otra vez os digo: Regocijaos yo te ánimo y te exhorto hacer lo mismo. Jesucristo es el terapeuta que necesitas, él conoce la terapia exacta para saciar tu necesidad.
¿Has estado en un funeral y algún familiar ha empezado a llorar? ¿Has notado que de repente todos lloran? Pues eso pasa, se contagia. Por otro lado, ¿has estado en una reunión donde están haciendo chiste de la familia y recordando, y uno se ríe y los demás comienzan a reír también? Te repito, pues eso pasa, se contagia. Por eso que mi escrito es para contagiarte de alegría, esperanza y paz. Para motivarte y decirte que sí se puede. Que puedes volver a soñar. Ven al taller del maestro, allí nos restaura, y nos dará las estrategias para avanzar y conquistar nuestros sueños, mantén tu alegría y regocíjate otra vez os digo: “Regocíjate” porque Dios está contigo, tu familia, tus finanzas, tu trabajo, tus metas, todo están en las manos del maestro. ¡Ven y regocíjate y entremos al taller del maestro donde encontraras alegría, esperanza y paz!
¡Dios te bendiga!