Zulmari Nieves
Capellana, escritora y autora
Recorro las calles de mi bella tierra. Calles que se van quedando viudas por la ausencia de mi gente linda.
Nuestras vidas hasta hoy han marcado un tiempo, tiempo que se ha detenido al sentir el dolor por la pérdida de algún ser amado o por muchos seres amados que han detenido su tiempo entre nosotros. Hasta lo que no logramos entender, tiene un propósito para Dios. Con el tiempo nos lo dejará saber. Pero quién soy yo para llorar, cuando han sido muchos los que han llorado por un ser amado. Y qué de aquella madre y padre entre su desconsuelo.
Existe una cita bíblica que se hizo mi favorita y dice así:
“Yo tenía muchas cosas que escribirte, pero no quiero escribírtelas con tinta y pluma, porque espero verte en breve, y hablaremos cara a cara”, 3 Juan 1:13-14. “La paz sea contigo”, 15. “Para que nuestro gozo sea cumplido”, 2 Juan 1-12.
Como el mar se lleva la arena. Van desapareciendo de mi isla bonita. Recorro las calles de mi bella tierra. Calles que se van quedando viudas por la ausencia de mi gente linda. Se hace presente la maldad, arropando la hermosura que un día la hicieron brillar. Dejando un silencio que opaca la risa que en ella la hacían brillar. Viuda y sola van quedando mis calles, solo el aroma de la sangre queda en ellas. Lágrimas cubren la esquina, por la pérdida de un ser amado.
Y pido a Dios según nos enseña su palabra, según Pablo nos exhorta en 2 Corintios 1: 11; “cooperando también vosotros a favor nuestro con la oración, para que por muchas personas sean dadas gracias a favor nuestro por el don concebido a nosotros por medio de muchos”.
¡Qué reine la paz de Dios entre los hombres! ¡Un Dios de todos y para todos!