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Por Eli Samuel Sánchez De Jesús
Co-pastor Iglesia Defensores de la Fe Cristiana Bet-El, Caguas
El sentimiento de nuestra incompetencia nos puede hacer no obedecer a Dios, porque nos sentimos incapaces o no preparados o impuros para ser su mensajero. Una cosa es pecar y otra sentirnos inútiles.
Debemos atrevernos a hacer la voluntad de Dios. (1Ti 1:15) Palabra fiel y digna de ser recibida de todos: que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero.
(1Ti 1:16) «Mas por esto fui recibido a misericordia, para que Jesucristo mostrase en mí el primero toda su clemencia, para ejemplo de los que habían de creer en Él para vida eterna».
Aunque Pablo persiguió a la Iglesia, el perdón de Dios en su vida produjo un deseo de predicar a Jesucristo y de enmendar todo el mal que había hecho. Por causa del llamado de Dios a predicarles a los gentiles.
Nuestra incompetencia le permite a Dios, usarnos como vasijas de barro, porque sabiendo que nos ha levantado del polvo, Él ahora coloca su Santo Espíritu en nosotros, nos perdona, nos limpia de toda mala conciencia y nos hace una nueva criatura. Jesús es el mejor psicólogo, nos ayuda con nuestros pecados, nuestros complejos, nuestras amarguras, enojos, y rencores. Perdonándonos, amándonos, valorándonos, rescatándonos de una mala manera de vivir.
Nos ayuda a reconciliarnos con nuestra familia, vecinos, con todos los que nos han hecho mal o les hemos hecho mal. Su amor nos transforma, hace que lo amemos, nos amemos y amemos a las demás personas como Él nos ama.