Por: Julio V. Núñez
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Dicen que el 7 es un número mágico, místico, religioso y toda suerte de atributos que la gente se inventa. Para mí es de cambios.
Cuando repaso mi vida adulta, cada 7 años hay cambios trascendentales en lo personal y profesional. Por eso, cuando llegó el 2013 estaba seguro que algo se traería entre manos. No me falló.
Algo que me ha marcado es la difícil decisión de salir de mi apartamento. El banco hipotecario, a pesar de mi buen crédito, se negó a ajustarme la hipoteca en momento en los que –como tantos otros- he sufrido una merma en los ingresos. Me lo negaron en tres ocasiones amparándose en toda suerte de excusas tontas. Coraje, rabia, llanto, desespero… Todo pasa. El tiempo sana, cura, y te da el camino a seguir. Se los entrego. Si lo quieren bien y si no, que ejecuten.
El shock ha sido fuerte, perturbador. Crecemos con la máxima de que se estudia y se trabaja para progresar, para “hacerte de tu propiedad”, para echar raíces. Pues entérate Julio que no. Ahora lo que cuenta es lo que tienes en cashimiro guardado en el banco. Las propiedades han devaluado al punto de que tardarán no menos de 15 años en llegar a su precio original.
Jamás pensé que viviría la situación económica mundial del presente y en particular la situación en el Puerto Rico del 2013, este arroz con c*!% nuestro de cada día al que no le vemos salida. Nunca me vi entregando –echando a pérdida- mi casa. Todos los sacrificios, todos los sueños, toda la estabilidad que te da saberte en tu casa, en tu hogar, se esfumaron. Chau pescao.
De repente te sientes esnú, en la calle, sin parámetros ni referencias. Es horrible. Pero, como dije, el tiempo ayuda, como te ayudan tu familia y amigos cercanos, quienes escuchan, aconsejan y guían.
Superado ese amargo episodio, estoy seguro de que hoy soy mejor persona. Nada es seguro, nada es eterno. Me desprendo de eso por lo que me fajé bien duro. Debo deshacerme de muchas pertenencias porque a donde voy no caben. Me desprendo, me despojo, suelto, dejo ir… Pasan los días y me siento más libre, con menos peso gracias a que voy con menos equipaje.
Profesionalmente, luego de una debacle, comienzo a estabilizarme. Poco a poco van llegando proyectos y gente que cree en uno, afortunadamente del sector privado. Quienes me vislumbraban en las papas por populete sepan que no, que ni un guiso tengo con el gobierno central.
A finales de este mes vuelvo a Bayamón, pueblo en el que crecí, en donde descansan los restos mortales de mi padre Julio Víctor. Panchito David, mi perro y amigo fiel, me acompaña. Nos acostumbraremos. Seremos felices.
Como Sie7e, seguiré mi rumbo feliz, con la frente en alto porque soy como soy, sin fachadas, cantando So what!